Santa Sangre 14: Night Of The Demons 1988

Buenas noches consumidores de basuras infrahumanas, en esta oportunidad compartiré podredumbre ochentosa como los últimos dos meses se ha hecho costumbre en este espacio. Clásico de culto por los mercados de VHS, delirio puro al mejor estilo serie b, único, maravilloso, que lamentablemente ha dejado de reproducirse...

NIGHT OF THE DEMONS (1988)

La trilogía de Night of the Demons produce en mí un cariño y afecto especial. Es cutre, fea y lastimosa por donde se la mire, pero recuerdo que de pequeña el personaje central de su trama, el "cuco de turno" me asustaba horrores, a tal punto de no poder dormirme por las noches. Hoy en día veo una y otra vez sus entregas sin dejar de reírme, sintiendo un grado nostálgico tan alto que permite a su vez, que la siga queriendo tanto a pesar de los horrores desproporcionales que desfilan en pantalla. Las películas de terror que uno atesora desde su infancia son claves en un aspecto principal, nos hacen recordar y retener de forma patente como de niñ@ uno se asustaba, se atemorizaba a tal punto que una vez que dicho film terminaba, nuestra imaginación se encargaba de seguir traicionándonos. Escenas, personajes, ruidos, paisajes que representaban quizás nuestra peor pesadilla hecha realidad; no nos importaba si los actores eran malos, el guion ridículo o que tan bueno era el maquillaje que cargaba el monstruo protagonista. No marcábamos la diferencia entre ficción y realidad, lo que nuestra percepción retenía era factible, la sangre era real, la muerte latente y el asesino despiadado. Es quizás por esos motivos que defiendo con tanto énfasis ciertas películas que tal vez para otros espectadores sean ridículas y olvidables. Citemos otro ejemplo de chuchería nostálgica: el poster de este largometraje si lo miramos ahora resultará bizarro (sobre todo la leyenda que se marca en la invitación), pero cuando uno recién aprendía a sonarse la nariz y navegaba por los pasillos del videoclub del barrio, toparse con un VHS así, con semejante portada daba miedo, curiosidad y morbo en igual proporción. La historia de Night of the Demons genera en mi esa ambivalencia, una hermosa nostalgia, la cual se contrapone rotundamente a su verdad: es plana por donde se la mire, el detonante terrorífico que aguarda la historia es trillado y sumamente explotado. Las actuaciones son paupérrimas, los sustos fáciles y ciertas secuencias son el colmo de lo predecible. Son los típicos metrajes que de tan malos que pueden llegar a ser se encaminan hacia la excelencia. Las muertes aguardan un delirio importante, los demonios cuando se reproducen y posesionan sin asco son geniales, graciosos y llenos de mala leche. En verdad deseas a todo pulmón que se mueran todos los adolescentes unicelulares que invaden la historia, se lo merecen y encima de la peor manera. Es por eso motivos que se agradece a su director, Kevin S. Tenney por haber dedicado tanta saña en la muerte y/o posesión de las infumables víctimas. Y esto no termina acá, cabe citar que contamos con una de las actrices de culto más celebres respecto a filmes serie B de los ochenta, me refiero con la infartable Linnea Quigley, la punky nudista de la memorable The Return of the Living Dead (1985) la cual en el metraje que comparto en esta entrada, vuelve a mostrar sus grandes atributos sin ningún tabú.

Angela, aquella dulce satánica

Un grupo de adolescentes con más ganas de coger que de vivir acceden a la invitación que propone Angela (la chica "rarita" del pueblo) y su amiga Suzanne; esta consiste en celebrar la noche de halloween en la morgue Hull, una mansión que aguarda leyendas trágicas de posesiones demoníacas. Una vez allí, por razones banales e inútiles, Angela incita a sus amigotes a realizar un ritual ocultista por simple diversión. El resultado será fatídico, no solo despiertan al demonio, sino que lo liberan. Este irá posesionando a uno por uno de los invitados, transformándolos en asquerosos monstruos emanadores de pus, sangre y con ganas de romper la pelotas; de los 365 putos días que tiene el año, justo eligieron precisamente la peor fecha para molestar a Satanás. La mansión Hull es el escenario perfecto para la carnicería, allí Angela - obviamente - encarnará la líder de los demonios, la cual gracias a su maquillaje, su voz de ultratumba y atuendo alcanza la perfección marcando quizá el punto más alto, memorable e histriónico de toda la cinta.

La hermosa Linnea Quingley

Hay escenas tan delirantes que indirectamente ayudan a crear una atmósfera claustrofóbica, más aún cuando los sobrevivientes intentan escapar percatándose que la mansión cobró vida propia, impidiendo que todo aquel idiota que entro no pueda salir (y bien que hace). Solo mencionar la toma donde una poseída - no diré quien - se mete un lápiz labial por el pezón, o un imbécil guapetón al no poder trincarse a su novia le termina dando mazurra a una endemoniada que casi llegando al climax, decide hundirle los ojos en las cuencas con los DEDOS PULGARES!. Si bien hay tomas que son plagiadas sin vergüenza de Evil Dead (sobre todo los enfoques en 1ra persona de la cámara) y que por momentos uno desea ver más sangre, amputaciones y tripas, esta cinta en su esencia retiene tantos detonantes bizarros, secuencias raras y personajes entrañables, provocando de forma constante en el espectador el deseo incontrolable de que Angela (el "cuco de turno" que mencione más arriba) se cargue a uno por uno sin tapujos. Joya inolvidable de los '80, que finalizó lanzando dos secuelas más las cuales también serán compartidas en este blog. Película de culto que con un presupuesto bastante pequeño a logrado mantenerse con el pasar de los años, y créanme cuando les digo que eso no lo logra cualquiera. Es bueno saber que con muy poco y ganas de no tomarse nada enserio, se puede aspirar a tanto. Casi me olvido, atentos al momento culmine del largometraje: el baile erótico - satánico de Angela, sin lugar a dudas uno de los mejores momentos de toda la puta trama. Night of the Demons aquí donde las mierdas más ilógicas son idolatradas como las más sanas, SantaSangre14.

TRAILER